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Capítulo 7 Cuerno Negro (Parte III)

Esperé, tumbado en el suelo de la estancia, dedicando el tiempo a mis pensamientos, los cuales poco a poco y totalmente fuera de mi control, me encaminaban hacia ella, hacia nuestros recuerdos. Nuestro primer encuentro, ya lejano en el tiempo, nuestra primera lucha como hermanos de sangre, todas esas noches, que bajo la atenta mirada de las lunas y las estrellas, se tumbaba conmigo y me acariciaba hasta el alba, todos y cada uno de esos momentos, volvían a mí ser, haciéndome sentir una extraña sensación. Ensimismado en el pasado, el tiempo se olvidó de mí y el cansancio me abatió.

Mis sueños, me condujeron a aquel momento, en lo alto de Linzaurú, rodeados por la noche y los cadáveres de los enemigos caídos, heridos, hambrientos y a la espera de un nuevo ataque.

-¿Cómo estás?- me pregunto cubierta de sangre y espada en mano.
-Bien, apenas un par de heridas importantes, no serán más que otra cicatriz, unida a una larga historia.

Ambos reímos, aunque sin dejar de mirar a la oscuridad. Nuestra situación era desastrosa, en medio de la nada, rodeados por alejandrinos, agotados y apenas con un poco de agua para los dos. Ni ungüentos, ni ayuda en camino, ni tan siquiera comida.

-¿Oye? ¿Crees en los dioses?- me pregunto mientras se apoyaba en mi lomo.
-No lo sé, no sé si quiera si han hecho algo por mi últimamente, si no míranos, no creo que nos tengan en mucha estima- Volví a reír, aunque esta vez, amargamente por nuestra desdicha.
-Bueno peludín, a lo mejor ellos decidieron que debíamos encontrarnos- clavo fuertemente la espada en el suelo y perdió su mirada en la luna más grande en el cielo -Si fuera así, ¿no creerías en ellos?
-Si es así, sacrificaré mil corderos a cada uno de ellos- No pudimos evitarlo, ambos rompimos a reír a carcajadas en medio de la noche.

-Me gusta tu cuerno, te pareces mucho a mis hermanos norus pero, ellos, no tienen cuerno.
-¿Norus?- le pregunte, jamás había visto uno. De hecho, pensaba de forma segura que ella, debía ser una humana, encajaba con las historias de los ancianos sobre ellos, aunque nunca me dijeron que tenían cola y orejas de pantera.
-Si- contesto rápidamente y si pensar- aunque… nunca he conocido un noru negro y con un cuerno.
-¿Será por qué no soy un noru?
-Sera…-

Las horas pasaron y ella, me puso al corriente de su viaje, me hablo de su sociedad y de la gran madre, sonreía constantemente y para nuestra fortuna, incluso, logramos olvidarnos del hambre y del dolor de las heridas. La mañana llegó, con la bella luz del sol, del amanecer rojo.

-¿Peludín?
-Dime.
-¿Cómo te llamas?
-¿Cómo me llamo?
-Sí, tú nombre, como te llaman los tuyos.
-No sé, ellos…- No pude evitar sentirme débil al pensar en el destino de mi manada, ni siquiera era capaz de terminar la frase.

Se bajó rápidamente de mi lomo y fue directa a mi cabeza, cogiéndome el morro y mirándome directamente a los ojos.

-Lo siento, no quería…
-Tranquila, no te preocupes, fue su destino no el mío, al menos quedo yo, además seguro que muchos más escaparon.

El silencio nos invadió más rápido incluso que el hambre y el dolor, haciendo mella en nuestro corazón y nuestro espíritu.

-Bueno, peludín, ahora yo seré tu hermana mayor- se quedó pensativa, mirando al cielo. De repente un haz de luz cruzo su mirada y me volvió a mirar sonriente – Te llamaré Cuerno Negro, peludín no es nombre para un guerrero.

Solo pude sonreír y olvidarme del pasado. Su mirada siempre lograba hacerme fuerte en los momentos más difíciles, en las batallas más duras, en las noches más largas.

No sé cuánto tiempo pasó, desde que el sueño me venció. Al despertarme, escuchaba la caída del rocío y la llegada de los animales de la noche. Un bulto desconocido, descansaba entre mi pelaje, en el hueco que formaba mi pata delantera, cercana a mi cabeza. Levante mi cabeza con sumo cuidado, lentamente miré, encontrándome a mi pequeña Shita, acurrucada, donde siempre había dormido. De nuevo, Derión nos daba una tregua, dejándonos de lado. Pude observarla descansar todo el tiempo que pude desear, su apariencia era muy diferente pero, era la de siempre, su embriagador olor, sus dos ojos verdes… mi dulce guerrera.

-Descansa Noche, mañana volveremos al mundo real, en el que no somos más que dos peones de los dioses- Volví a tumbarme, devolviéndole el calor de mi cuerpo y atesorando otro momento, otro recuerdo, en el que refugiarme en los días más oscuros.

3 gotas de sangre.:

Divinum Eximia dijo...

Tiene razón, Peludín no es nombre para un guerrero, pero Cuerno Negro sí.
Me gusta mucho los sentimientos que afloran en este capítulo por parte de él. Está muy bien explicado y representado. Sigue así que vas por muy buen camino^^

PD: Voy a ver dónde te afilio en mi blog, que soy muy tiquismiquis y quiero que encaje en un buen sitio ;)

Divinum Eximia dijo...

Tienes un premio en mi blog. Pásate. Un saludo^^

Magdalena Borrull Amador dijo...

Buah que pedazo de capitulo! Muy emotivo ^^.

Las descripciones son una pasada primo, como ya te dije, se ve perfectamente y el hecho de escribas en primera persona le da mucho mas realismo. Haces que la gente se meta en la piel de los personajes, que se sientan identificados... eres un pequeño gran escritor ^^